La columna vertebral tiene una curvatura a la que se llama cifosis dorsal. En ocasiones esta curvatura es más amplia de la habitual y se convierte en hipercifosis. Esto suele generar una serie de problemas que normalmente se pueden controlar a través de fisioterapia.
Son cada vez más las personas las que tienen algún tipo de deformidad en la columna vertebral; en este caso, a la cifosis dorsal se la conoce popularmente como chepa o joroba, la cual es una alternación biomecánica del arco de la columna. En el siguiente artículo se tratarán las causas y posibles soluciones a esta patología.
Anatomía
La columna vertebral posee una serie de curvaturas que son consideradas normales. Esta está dividida en cinco partes, que son: cervical, dorsal, lumbar, sacra y coxis.
La columna es la pieza clave que dota al cuerpo de soporte y facilita el movimiento. Observando esta estructura desde el lateral se pueden apreciar las curvaturas que esta puede presentar, y son las siguientes:
• Lordosis cervical: se trata de una columna con curvatura hacia delante. • Cifosis dorsal: columna con curvatura hacia atrás. • Lordosis lumbar: curva hacia delante a nivel lumbar. • Cifosis sacro-coxis: curvatura en dos secciones.
Con el paso de los años, estas curvaturas irán variando a causa de distintos factores tanto externos como internos.
¿Cómo sucede la cifosis dorsal?
A causa de los trabajos de hoy en día sucede que en muchos casos las personas han reducido su movimiento. Estas han pasado a un estilo de vida sedentario que hace que sea complicado mantener una postura correcta.
A largo plazo estas malas posturas ocasionan la degeneración de los discos intervertebrales y por ende la aparición de la cifosis dorsal.
Las personas de edad avanzada debido a la osteoporosis tienen más probabilidades de padecer esta patología. Las estructuras de la columna irán aumentando la curva hasta convertirse en una hipercifosis.
¿Qué músculos están implicados?
Sucede que en ocasiones es la musculatura la que fomenta la aparición de la patología, y aun cuando son otras las causas de la aparición, la musculatura de la espalda se adapta al problema, favoreciendo la patología. A continuación, se mencionan varios músculos que son los que participan, favoreciendo o adaptándose al problema: • Pectorales. • Biceps braquial, Braquial anterior. • Subescapular, trapecio. • Coracobraquial, escalenos, Omoioideo. • Largo del cuello. • Otros músculos como romboides o rotadores del húmero.
¿Cómo afecta al paciente?
• Limitaciones en las funciones: produce problemas y desventajas funcionales que dificultan el poder llevar a cabo las actividades normales de la vida diaria, tales como subir o bajar escaleras o levantarse después de estar tumbado o sentado. • Problemas músculo-esqueléticos: problemas biomecánicos como cabeza adelantada, escapulas aladas; estos cambios con el tiempo favorecen la aparición de problemas músculo-esqueléticos. A causa de ellos también es probable que aparezcan espasmos o contracturas musculares. • Problemas de hernia discal: al cambiar la postura de las vertebras es probable que aparezcan problemas en los discos. • Problemas emocionales: la aparición de la patología causa desánimo y problemas de ansiedad y depresión.
Causas de la cifosis dorsal
Las causas van a depender sobre todo de cómo se haya presentado la patología; de este modo existe la cifosis dorsal genética y la cifosis dorsal adquirida. La primera se tiene desde el momento en que se nace y la segunda sucede por una alteración de la postura a causa de esta o de problemas como tumores, osteoporosis, traumas u otro tipo de enfermedades.
Las personas adultas pueden desarrollar esta patología, sobre todo aquellas personas que realizan un trabajo en el que se requiere pasar mucho tiempo sentado o en la misma posición, como por ejemplo aquellos trabajadores que pasan su jornada delante de un ordenador.
Otro factor que puede afectar son las alteraciones emocionales, ya que la depresión, la angustia o la tristeza favorecen la aparición de este problema debido a las malas posturas, debido a que la persona que lo sufre tiende a encogerse.
Síntomas
Hay personas que no presentan síntomas, en cambio otras padecen dolor en la región dorsal. A continuación se detallan otros síntomas que pueden suceder:
• Joroba prominente. • Hombros caídos hacia delante. • Dificultades en el movimiento, sobre todo al girar el cuerpo. • Problemas psicológicos debido a los evidentes problemas estéticos. • Falta de coordinación. • Problemas de sueño. • Dolor de espalda y cuello. • En casos muy avanzados, existe la posibilidad de que presenten problemas respiratorios, cardiovasculares o entumecimiento en las extremidades, así como trastornos viscerales o nerviosos.
Cómo prevenirla
Se debe mantener una correcta postura para prevenir la aparición de la patología. Se deben mantener los músculos fuertes y en un estado óptimo, realizando ejercicios de espalda para prevenir la aparición.
No se debe permanecer en la misma postura durante la actividad laboral; es importante estirar los músculos y levantarse de vez en cuando. Por último, es importante trabajar en condiciones óptimas con equipos de trabajo ergonómicos.
Diagnóstico
Lo primero que deberá realizar el médico o fisioterapeuta es una entrevista para desarrollar el historial médico del paciente, conocer su estado de salud, síntomas y descartar otras patologías con síntomas parecidos. El especialista debe conocer qué síntomas o restricciones presenta el paciente e investigar sus costumbres, hábitos laborales, deportivos u ocio, a fin de conocer los factores que puedan causar la enfermedad… A este proceso se le conoce como anamnesis.
Tras esto se realizará un examen físico para conocer si es simplemente una mala postura o un problema derivado de la columna. Así mismo, se puede utilizar otro tipo de pruebas diagnósticas como son las pruebas por imagen.
• Radiografía: la cual permite observar la curvatura de la columna. • Tac: en ella se pueden identificar los posibles daños que padezcan las estructuras de la columna y que puedan estar ocasionando la patología. • Resonancia magnética: permite conocer el estado de las estructuras, de los tejidos blandos y de los órganos para valorar el estado de la enfermedad.
Tratamiento
Actualmente no existe un tratamiento médico efectivo para esta patología, más allá de un enfoque terapéutico conservador como puede ser la fisioterapia para ayudar a relajar y estirar los músculos afectados.
Se recomiendan también algunos medicamentos; sin embargo, están orientados a paliar los síntomas, no a la solución de la dolencia.
Tratamiento quirúrgico
Normalmente esta patología no indica un motivo para realizar una cirugía, sin embargo, en casos graves donde a causa de la enfermedad se presente un desgaste en las vértebras o incluso problemas respiratorios o cardiovasculares, se podrá intervenir quirúrgicamente en las personas en las que los tratamientos conservadores no hayan funcionado.
Durante el procedimiento se estabiliza y fija la columna y se reparan las estructuras dañadas.
Tratamiento con fisioterapia
Generalmente, recibiendo ayuda de un fisioterapeuta, se puede contrarrestar la curvatura de la espalda mediante la realización de una serie de ejercicios terapéuticos. De esta manera se puede mantener la movilidad y mejorar la función física, junto con la reducción del dolor.
Cada caso es distinto y la terapia se desarrollará teniendo en cuenta los síntomas del paciente.
A continuación se explican algunas de las terapias a desarrollar por el fisioterapeuta:
• Ejercicios para fortalecer los músculos. • Ejercicios de estiramiento de hombros y tórax. • Terapia manual para aumentar la movilidad. • Ejercicios de respiración. • Masajes para las contracturas y problemas miofasciales. • Ejercicios para fomentar una postura correcta. • Movilizaciones. • Terapias de ultrasonido, TENS o diatermia.
Pronóstico
Se considera que el tratamiento conservador es el más eficaz de los tratamientos y que ofrece los mejores resultados sin tener complicaciones.
Se trata de una patología que a pesar de padecerla puede que no se aprecie ni presente síntomas durante mucho tiempo. No obstante, debe ser tratada, ya que de no hacerlo puede acarrear problemas pulmonares o cardiovasculares, entre otros.
No es una patología con un buen pronóstico, ya que en la mayoría de los casos los síntomas se agravan y afectan significativamente a la calidad de vida de los pacientes Suele ser únicamente en estos casos en los que se valora la opción de tratamiento quirúrgico.
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