EPICONDILISTIS, CODO DE TENISTA
2024-12-18T10:40:39+00:00La epicondilistis es una patología dolorosa que sucede en la región del epicóndilo; se la conoce como codo de tenista, no obstante no son únicamente estos deportistas los afectados.
En este artículo se explicarán las causas, síntomas y posibles tratamientos de esta patología que afecta a tanta gente en el mundo.
¿Qué es el codo de tenista?
También conocida como codo de tenista es una inflamación que surge en los tendones epicondileos.
Se trata de una inflamación dolorosa en la parte lateral del codo, que produce dicho dolor cuando se palpa la zona o durante el movimiento
¿Cuáles son los síntomas del codo de tenista?
Las personas que sufren esta afección suelen sentir un intenso dolor en la parte lateral o externa de la articulación y que en ocasiones se irradia desde el brazo a la mano y dedos…
Este dolor puede aparecer con el movimiento flexor-extensor del codo. La fuerza de la mano puede disminuir e impedir que las actividades de la vida diaria puedan llevarse a cabo de manera normal, como por ejemplo:
• Apretar fuerte las manos.
• Impedimentos para cerrar envases
• Problemas para abrir puertas
• Dificultades para sostener cosas, como por ejemplo los cubiertos de comer.
Durante el paso del tiempo, la lesión puede evolucionar y producirse también aunque el paciente no esté haciendo nada o en reposo.
En ocasiones pueden presentarse hormigueos e incluso parestesias en el brazo o la mano.
¿Causa de la epicondilitis?
Los tendones de los músculos de la muñeca componen la zona donde se produce la lesión, y se conoce como epicondilo lateral. Debido a que esta zona recibe poca irrigación sanguínea y está disminuido su metabolismo, se trata de una estructura no muy elástica y difícil de repararse por sí sola.
Los movimientos del codo que ocasionan el dolor frecuentemente suceden durante la práctica de deportes como el tenis o en determinados oficios; estos tensan e irritan los tendones ocasionando así la patología.
Ocurre fundamentalmente cuando existe un déficit en la musculatura, la cual no está compensada, y a raíz de la realización de movimientos repetitivos de manera sistemática, el músculo estira el tendón produciendo pequeños desgarros y un proceso degenerativo en el tendón.
Debido a la falta de irrigación sanguínea, esto no puede repararse por sí solo y tampoco de manera rápida. Por lo que una nueva extensión provocará la misma dañina situación. Ocasionando de este modo un deterioro continuo en el tiempo.
¿Cómo prevenir la lesión?
Esta patología, en la mayoría de los casos, puede ser prevenible. Las personas vulnerables a padecer esta lesión pueden realizar algunas prácticas para disminuir el riesgo de aparición.
• Se deben fortalecer los músculos de los brazos y sobre todo los del antebrazo. El entrenamiento debe ser continuo y regular.
• Cuando se esté realizando un movimiento repetitivo y que produzca síntomas de la lesión, sea en el deporte o en el trabajo, se debe parar a reposar para eliminar la molestia.
• Se debe tener precaución especial con el peso a levantar durante la práctica de ciertos deportes. Así mismo, se debe prestar atención a la técnica realizada para evitar tensionar e irritar los tendones.
• Al comienzo de los síntomas es importante masajear la zona para intentar destensionar los músculos.
Diagnóstico
Existen varias patologías que pueden presentar unos síntomas parecidos a los de la epicondilitis. Se debe realizar un buen diagnóstico para obtener el tratamiento correcto y para ellos se deben descartar las siguientes enfermedades que pueden confundirse con el codo de tenista.
• Síndrome del túnel radial.
• Neuropatías
• Artrosis
• Fracturas
• Bursitis
• Fibromialgía.
• Problemas de espalda que puedan estar irradiando en el brazo.
• Codo de golfista
Para diagnosticar esta afección, el médico especialista realizará una recabación de información, seguida de una exploración física y, por último, si fuera necesario, la confirmación de la patología mediante la realización de pruebas diagnósticas de imagen.
• Anamnesis: en esta fase el médico indaga sobre los síntomas, el dolor del paciente y los antecedentes que ha tenido la persona afectada. Por ejemplo, si han existido lesiones previas, cuando se produce el dolor, qué siente el paciente y otras preguntas similares.
Del mismo modo se pregunta sobre la actividad laboral de la persona y sus hábitos de vida.
• Examen físico: lo primero que ha de hacer el médico o fisioterapeuta en esta fase es una valoración visual de la zona y una palpación para corroborar el estado de la articulación.
El especialista realizará diferentes movimientos en la articulación para identificar la lesión, comprobar la movilidad y la fuerza de la musculatura. Realizará una serie de pruebas diagnósticas específicas para localizar afecciones de los codos.
En este caso suele presentarse un dolor intenso en la cara externa de la articulación. Se analiza el estado de los tendones, nervios y la existencia de posibles problemas vasculares.
Así mismo, existen otra serie de pruebas manuales para evidenciar esta patología, llamadas pruebas de provocación.
• Pruebas de imagen: las técnicas anteriores, si bien pueden evidenciar la presencia de la patología, para conocer a ciencia cierta la existencia, el grado y el estado de la lesión, es necesaria la obtención de imágenes diagnósticas de la zona afectada.
• Radiografía: dado que la composición del epicóndilo es un tejido no oseo, un tendón que sufra desgarro no aparecerá en una radiografía. No obstante, esta técnica se utilizará para descartar otros problemas del codo que presentan unos síntomas parecidos.
• Ecografía: mediante este análisis de ultrasonidos se pueden valorar los músculos, los tendones o los ligamentos a fin de poder visualizar la inflamación que provoca la patología.
• Resonancia magnética: este aparato, valiéndose de un campo magnético muy potente, obtiene imágenes en detalle de los tejidos del codo, tanto los duros como pueden ser los huesos como los blandos, en este caso los tendones o músculos. Es considerado por los especialistas como la técnica más efectiva en el estudio de esta lesión.
Tratamiento
Normalmente, el tratamiento médico consiste en disminuir la inflamación y el dolor mediante la aplicación de medicamentos o parches analgésicos, tratamiento de fisioterapia y como últimos recursos las inyecciones de corticoides o de plasma rico en plaquetas.
En ocasiones ocurre que ninguna de estas opciones da resultado y elimina las molestias en ese caso y siempre como última opción se requerirá una intervención quirúrgica.
Fisioterapia
Normalmente es la opción de tratamiento más habitual y la que a menudo concede los mejores resultados, ya que de realizarse bien focalizado se pueden cumplir los objetivos principales de este, como son reducir la inflamación y eliminar el dolor. Y de esta manera recuperar la fuerza de agarra, la movilidad y en general recuperar la calidad de vida del paciente, permitiéndoles retomar sus actividades cotidianas.
La fisioterapia posee muchas técnicas terapéuticas aplicables para proporcionar analgesia y solucionar las causas que ocasionan esta patología. Teniendo esto en cuenta, a continuación se detallan varias de las técnicas que el fisioterapeuta puede poner en práctica para el correcto tratamiento de la lesión:
- Proporcionar métodos para el control del dolor.
- Terapia y masaje. Mediante ejercicios para fortalecer o estirar la zona con problemas.
- Electroanalgesia.
- Electrolisis percutanea.
- Ondas de choque.
- Punción seca.
- Diatermia
Infiltración de corticoides
Cuando la lesión provoca un dolor incapacitante, puede que el médico decida realizar una infiltración de corticoides dentro de la articulación. Esta no evita ni cura la patología; sin embargo, elimina el dolor que esta produce.
Las infiltraciones de corticoide deben hacerse en casos puntuales. La aplicación continua dañará gravemente los tejidos.
Medicina regenerativa con PRP
El Plasma Rico en Plaquetas es un líquido extraído de la sangre compuesto de factores de crecimiento que está dentro de una de las células que están en nuestra sangre; plaquetas.
Este plasma es comúnmente utilizado para el tratamiento de lesiones de tendones, cartílagos o ligamentos, mediante inyección de este en la zona lesionada.
Los factores de crecimiento son proteínas que tienen la capacidad de estimular las células para impulsar la curación y regeneración de los tejidos dañados.
Esta infiltración unida a la de las células madre es la más utilizada en los servicios de traumatología y cirugía ortopédica, ya que al ser biológicas busca la creación de nuevos tejidos de manera natural.
Evitando, si se puede, técnicas más invasivas y artificiales como, por ejemplo, los trasplantes de tejido o las prótesis.
En el caso de esta patología, como ya se ha comentado, la zona no recibe la suficiente irrigación sanguínea, por lo que resulta complicado que se cure por sí sola. Por ello resulta de mucha ayuda la infiltración de plasma rico en plaquetas para ayudar a regenerar los tendones dañados.
Cirugía
En aquellos casos en los que no se aprecia mejoría y se sigue sufriendo un dolor intenso tras la realización de técnicas más conservadoras, suele llevarse a cabo la intervención quirúrgica.
La técnica puede realizarse de dos maneras, una técnica abierta, donde el cirujano realiza una incisión en la parte externa del codo y posteriormente repara el tendón.
Esta técnica se llama artroscópia y consiste en introducir a través de una pequeña incisión en la piel una cánula que tiene una cámara en el extremo.
Esta cámara muestra unas imágenes en una pantalla y valiéndose de ellas el cirujano introduce los instrumentos y repara la lesión.
Pronóstico, ¿cuánto tarda en curarse?
Esta lesión, en general, tiene un buen pronóstico, no obstante se debe decir que en ocasiones se trata de una afección que tarda tiempo en curarse.
Se estima que en el 80% de los casos las personas tardan alrededor de un año en dejar de sufrir molestias y desaparecer los síntomas por completo.
La cirugía no es necesaria en la gran mayoría de los casos y únicamente se realiza cuando las técnicas más conservadoras no han logrado unos resultados óptimos.
De todas formas, la opción quirúrgica no elimina el dolor al instante y se deben realizar un correcto postoperatorio y una recuperación apoyándose en un fisioterapeuta.
No obstante, independientemente del tipo de terapia utilizada, se requiere la ayuda de un especialista para evitar la recaída de la lesión.
Se deben recibir unas nociones acerca de qué no hacer y cómo cuidar la zona dañada, lo que generalmente transmite un fisioterapeuta rehabilitador.