Hernia Discal Lumbar: ¿Se Puede Curar?

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Hernia Discal Lumbar: ¿Se Puede Curar?

Una hernia discal lumbar ocurre cuando la parte central de los discos intervertebrales se desplaza hacia afuera, ejerciendo presión sobre los nervios cercanos. Las hernias de disco en la zona lumbar afectan al 2% de la población mundial y pueden ocurrir a cualquier edad. Sin embargo, son más comunes en varones entre los 30 y 50 años. Vamos a ver un poco más en detalle esta afección.

La Columna Vertebral

La columna vertebral está compuesta por una serie de huesos individuales llamados vértebras, que se conectan y apilan entre sí. Estas vértebras están separadas por discos intervertebrales, los cuales son almohadillas planas y acolchadas que amortiguan los golpes entre las vértebras, facilitando el movimiento de la columna. Los discos intervertebrales tienen una capa externa dura y fibrosa, y una interna suave y gelatinosa.

¿Qué es una Hernia Discal Lumbar?

Una hernia discal ocurre cuando la parte central de los discos intervertebrales, conocida como núcleo pulposo, se desplaza hacia afuera, ejerciendo presión sobre los nervios cercanos. Esto puede causar dolor en la espalda o las piernas, y síntomas como debilidad o hormigueo. Esta afección se presenta comúnmente en la parte baja de la espalda, particularmente en los últimos dos discos de la zona lumbar.

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¿Quién la Sufre?

Las hernias de disco en la zona lumbar afectan al 2% de la población mundial y pueden ocurrir a cualquier edad. Sin embargo, son más comunes en varones entre los 30 y 50 años.

Causas de la Hernia Discal Lumbar

Las principales causas de la hernia discal incluyen el envejecimiento y el desgaste natural de los discos intervertebrales. Trabajos que implican levantar objetos pesados con frecuencia también pueden provocar la degeneración de los discos. Estos discos pierden su capacidad de amortiguar impactos y pueden romperse, causando dolor al comprimir los nervios.

  • Varones
  • Edad entre 30 y 50 años
  • Trabajos físicos exigentes
  • Exposición a vibraciones continuas
  • Obesidad o sobrepeso
  • Tabaquismo

Síntomas Frecuentes

  • Dolor en el nervio ciático: Dolor que se irradia desde la parte posterior del muslo hasta el tobillo o los dedos.
  • Dolor agudo en la espalda: Dolor localizado donde se encuentra el disco dañado.
  • Debilidad: Sensación de pérdida de fuerza en las piernas.
  • Hormigueo: Sensación de hormigueo en las extremidades inferiores.
  • Incontinencia: En casos raros, puede haber incontinencia urinaria.

Diagnóstico de la Hernia Discal Lumbar

El diagnóstico de una hernia discal comienza con una evaluación clínica por un especialista. Se realizan preguntas para identificar síntomas, un examen físico y, si es necesario, pruebas de imagen como radiografías, resonancias magnéticas y tomografías computarizadas. También pueden realizarse pruebas neurológicas para evaluar la fuerza muscular y los reflejos.

La mayoría de los pacientes experimentan una mejora del dolor en unas cuatro semanas. Los tratamientos incluyen:

  • Medicación: Antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), analgésicos y relajantes musculares.
  • Reposo: Descanso breve de dos a tres días, evitando cargar pesos y adoptando buenas posturas.
  • Terapias físicas: Ejercicios de estiramiento y fortalecimiento muscular, además de actividades aeróbicas como caminar y andar en bicicleta.
  • Epirudoscopia: Técnica mínimamente invasiva para evaluar y tratar la columna.
  • Descompresión de la hernia discal: Perforación y extracción de una parte del disco.
  • Infiltraciones de ozono: Reducción del volumen de la hernia mediante inyecciones de ozono y oxígeno.
  • Radiofrecuencia: Aplicación de radiofrecuencia para reducir el dolor.
  • Epidural transforaminal: Inyección de esteroides y anestésicos en el espacio epidural.
  • Refuerzo de las vértebras: Uso de cemento o balón para reforzar los huesos.
  • Discólisis: Inyecciones de ozono para revertir la inflamación.

Consejos para la Prevención y Control de la Hernia Discal Lumbar

  • Postura adecuada: Mantener una buena postura tanto al estar de pie como sentado.
  • No dormir boca abajo: Dormir de lado con una almohada entre las rodillas.
  • Buena postura al caminar: Mantener la espalda erguida y los hombros hacia atrás.
  • Postura al volante: Mantener el asiento cerca y realizar descansos en trayectos largos.
  • Calzado adecuado: Evitar tacones altos y calzados demasiado planos.
  • Cuidado en las labores domésticas: Mantener una postura adecuada al realizar tareas.
  • Levantar peso correctamente: Doblar las rodillas y mantener el peso cerca del cuerpo.
  • Mantener un peso corporal óptimo: Llevar una dieta equilibrada y evitar el sedentarismo.
  • Práctica de ejercicio físico: Actividades como caminar, nadar y andar en bicicleta refuerzan la musculatura de la espalda.
  • Hábitos de vida saludables: Evitar el tabaco para mantener un buen flujo sanguíneo a la columna.

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