Masaje

Masaje

Sin duda, la terapia con masajes es una de la prácticas físicas más conocidas del mundo, por medio de compresiones directas sobre los tejidos se busca relajar, tonificar y aliviar las molestias.

 
 

Ventajas y beneficios

  • Aliviar dolor e inflamación. El masaje ha resultado ser útil en la reducción de dolores agudos y crónicos en muchos pacientes y también en la disminución de la inflamación y los edemas.
  • Relajar. El manejo manual de los músculos les proporcionará a ellos un efecto relajante y prologado.
  • Tonificación de los músculos. Los músculos también podrían encontrar estímulos necesarios para mantenerlos tonificados, con tensiones equilibradas.
  • Fortalecimiento de las articulaciones. El masaje produce además, que las articulaciones se encajen de mejor manera y sean más resistentes para los movimientos.
  • Aumentar energía y vitalidad. Los masajes ayudan a conseguir un estado de bienestar general, permitiendo convivir más armónicamente con el entorno.
  • Tratamiento para la depresión y la ansiedad. Muchos pacientes tratados con masajes físicos han reportado una notable disminución de desequilibrios emocionales alcanzando así, un estado mental óptimo.

Definición

La terapia física con masajes, también llamada masoterapia, es una de las más sencillas y difundidas entre toda la fisioterapia, consiste en aplicar movimientos, presiones o vibraciones directamente sobre las zonas afectadas del paciente valiéndose de las manos y los dedos para conseguir disminuir molestias y aumentar el estado de bienestar. Los masajes son una práctica médica muy antigua con orígenes en Grecia, Egipto, China o la India. Las modalidades son muy diferentes; existen masajes enfocados una o varias características como relajar, vitalizar, tonificar, energizar, sanar lesiones, entre otros.

El fisioterapeuta evaluará las necesidades físicas del paciente y le proporcionará el más acorde al caso. Es una práctica bastante segura y que ha demostrado, a través de los años, su efectividad. Son procedimientos no invasivos que deben realizarse por personal cualificado.

¿Para qué la empleamos en Instituto Ordóñez?

Desde hace miles de años, los masajes han sido utilizados por prácticamente todas las culturas del mundo para tratar enfermedades, dolencias y afecciones físicas y en muchos casos, emocionales.

En la actualidad, las técnicas de masoterapia han ido evolucionando a la par de los avances científicos y se ha ido además, adaptando a las necesidades terapéuticas de los pacientes. Podemos ver lo importante que los masajes son hoy por hoy incluso en el manejo clínico de muchos síntomas, como por ejemplo, los dolores de espalda y cuello, dolores de cabeza, dolores abdominales y menstruales, en distensiones y contracturas musculares, tendinitis y tendinosis, osteoartritis, en las terapia contra el cáncer y el VIH, en pacientes pediátricos, discapacitados, tratamientos posquirúrgicos, entre muchos otros más.

Como es de suponer, cada una de estas afecciones necesitará una evaluación general que determine el tipo de masaje más apropiado para conseguir los mejores resultados, generalmente, consiste en varias sesiones de masajes con duración variable que puede o no, ir aumentando progresivamente en cuanto a fuerzas, presiones o movimientos.

¿Por qué funciona?

Los masajes funcionan por muchas razones científicas. Las compresiones manuales que se ejercen en los pacientes durante las sesiones de masoterapia, con intensidad – duración – ritmo variable, pueden incidir positivamente en los mecanismos fisiológicos, anatómicos y bioquímicos del cuerpo humano.

Por ejemplo, los masajes localizados sobre las tan conocidas “zonas gatillo” pueden desactivarlas y evitar que el dolor se siga produciendo, también el efecto de fricción podría aumentar la temperatura de la zona (útil en la reducción de espasmos e inflamaciones) que sirve para favorecer la irrigación sanguínea de la zona o el drenaje de la linfa y el líquido intersticial estancado, también, la estimulación cuidadosa y deliberada sobre ciertos puntos nerviosos ha demostrado disminuir o eliminar la propagación del dolor.

La ciencia ha demostrado la liberación de sustancias analgésicas propias el organismo (como los opioides endógenos) durante estímulos físicos placenteros, incluso en los que se perciben durante una caricia, un abrazo o una simple palmada en la espalda.